25 de febrero de 2013

Poemas de un ángel

En estos días largos en los que a menudo el tedio y el aburrimiento son mis peores enemigos, me escudo en la poesía, que leo y releo porque la poesía está para releerla y para...rescatarnos y devolvernos la belleza.

Me gustaría compartir unos poemas y versos de Ángel González (1925-2008).  "González era un ángel menos dos alas, González era un santo por lo civil,
un dandi con un ojo a la funerala,
tan rojo tan Oviedo y tan zascandil" como le homenajea Sabina en su canción.

Adiós. Hasta otra vez o nunca.
Quién sabe qué será,
y en qué lugar de niebla.
Si habremos de tocarnos para reconocernos.
Si sabremos besamos por falta de tristeza.
Todo lo llevas con tu cuerpo.
Todo lo llevas.
Me dejas naufragando en esta nada
inmensa.
Cómo desaparece el monte
-me dejas…-,
se hunde el río
-…en esta…-,
se desintegra la ciudad.

Despiertas...



******

Entre el amor y la sombra
me debato: último yo.
Prendido de un débil sí,
sobre el abismo de un no,
me debato: último
amor.

Tira de mis pies la sombra.
Sangran mis manos, mis dos
manos asidas al frío
aire: último dolor.

Este es mi cuerpo de ayer
sobreviviendo de hoy.


******

Diciembre vino silenciosamente,
estirando las noches hasta casi
juntarlas:
el alba a pocas horas de distancia
del crepúsculo lleno de tristeza,
y un mediodía sin sol,
un mediodía
de pájaros ocultos y apagados
ruidos,
con bajas nubes grises recibiendo
el sucio impacto de las chimeneas.
Diciembre vino así, como lo cuento
aquel año de gracia del que hablo,
el año aquel de gracia y sueño, leve
soplo de luces y de días,
encrucijada luminosa
de lunas hondas y de estrellas altas,
de mañanas de sol, de tardes tibias
que por el aire se sucedían lentas
como globos brillantes y solemnes.
Pero diciembre vino de ese modo
y cubrió todo aquello de ceniza:
lluvia turbia y menuda,
niebla densa,
opaca luz borrando los perfiles,
espeso frío tenaz que vaciaba
las calles de muchachas
y de música, que asesinaba pájaros y mármoles
en la ciudad sin hojas del invierno.
Pájaros muertos, barro, nieve sucia,
lanzó diciembre sobre el año, y todos
abandonamos en silencio
su ámbito feliz, pisando indiferentes
los restos consumidos de sus cosas,
el envoltorio de sus alegrías,
dejándolo cubierto de papeles
y rota luces,
oquedad sumergida
en decepción y desfallecimiento,
como la sala de un teatro, cuando
el telón cae, finalizado el drama.
De esa forma dejamos aquel año,
sórdido
recinto
manchado de recuerdos derribados
y deseos oscuros
y nostalgia
-y por qué no también remordimiento-
sin mirar para atrás,
sin querer enterarnos
de su agonía lívida a las puertas de enero.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario