30 de enero de 2012

Carantoñas para España

Desde la distancia kilométrica asisto al espectáculo siniestro del desmoronamiento anímico de un país, el mío, mi querida España. En los periódicos españoles, pero ahora también en los belgas reinan los titulares de las cifras catastróficas de esto y lo otro. Las últimas andanzas judiciales no ayudan al desánimo... Parece que mi patria se tambalea como un castillo de naipes mientras los políticos españoles van mendigando etiquetas favorables a la diosa Europa como perros falderos.
Sin embargo, desde la distancia kilométrica y la cercanía sentimental quiero contaros un secreto, algo de lo que no sé si siempre sois conscientes, pero por lo que los expatriados nos damos cabezazos contra las paredes todas las mañanas. Recuerdo que al principio de estar en Bélgica, pregunté a un señor de Málaga que vivía aquí: ¿no echa de menos España? – Todos los días- me contestó. Esa respuesta abnegada, me conmovió y nunca he conseguido olvidarla. Hay una cosa que España tiene y que no tienen los demás (interprétese con esto cualquier otro lugar de la tierra y fuera de ella) y es el secreto de la felicidad. Desde Platón hasta nuestros días, desde filósofos a transeúntes, todos nos hemos preguntado alguna vez cuál es el secreto de la felicidad, qué hay que hacer para ser felices, pero ellos, los españoles en España lo saben y lo son y no deben permitir que eso lo ponga en duda nadie, ni los apocalípticos mensajes de la economía, ni las sentencias vinculantes de la diosa Justicia. La felicidad la tienen los niños jugando libremente en las calles de los pueblos y en los parques de las ciudades, la tienen el grupo de vecinas que se cuenta las penas en el quicio de la puerta de su casa, los viejecitos sentados en el banco de la plaza recordando su juventud a golpe de garrocha, los que comparten una caña en un bar, los amigos que se echan una mano y dos en las dificultades y que con cuatro cosas hacen en cualquier sitio la fiesta más memorable, la familia que donde comen tres, comen cuatro, cinco y seis. Alegría de vivir. ¿Os parece poco? Yo me doy cuenta cada día y cada día pienso en volver y después me lo vuelvo a pensar y me lo pienso mejor, yo también la echo de menos todos los días aunque confieso que me anclado a ciertos materialismos mundanos, qué le vamos a hacer, nadie es perfecto. Pero cuando escucho la radio española por las mañanas me vuelvo a preguntar qué hago aquí todavía, siento esa alegría vuestra de vivir, y sé que alguien os lo tiene que decir para que lo sepáis, que tenéis el secreto de la felicidad y que, por favor, no os hagan pensar lo contrario. No os dejéis contagiar por la demagogia catastrofista de nuestros días.
Se cuenta que los alquimistas antiguos tenían la clave para transformar el plomo u otros metales en oro. Pero en el plano espiritual de la alquimia, debían transmutar su propia alma antes de hacerlo con los metales, debían purificarse, prepararse mediante la oración y el ayuno. Quién sabe si esta nube negra esconde ese proceso de purificación y que cuando pasen las vacas flacas, renazca la grandeza hispana en todos los ámbitos como el ave fénix y entonces volvamos todos con la maleta en tropel a contemplar el milagro... y a ser felices.

17 de enero de 2012

Poesía para el desestrés

La pendiente de diciembre
Y la cuesta de enero
La dieta que siempre tengo que empezar colgada en la nevera
El café que me ha revuelto el estómago
La lista de “to do´s” persiguiéndome por cualquier rincón de la casa
Un detalle banal podría alegrarme el día
Hoy en día a eso se le llama short message
Los hombres aún no lo saben
Pero es tan fácil contentar a una mujer
La tripa que encojo al pasar al lado del espejo
La clase sin preparar que me desafía como la hoja en blanco al poeta
El estrés es un monstruo nauseabundo que solo desaparece si me duermo
Entonces miro la lista
Y la cesta de la ropa sucia
Y la cama deshecha
Y la cazuela vacía
El monstruo me da una tregua en el sopor de su propio sueño
Silenciosamente
Apago el ordenador
Me visto y salgo de la gruta sin ser vista
y me monto en la bici
y me compro en las rebajas el atuendo perfecto
para llevarme a la cama al enemigo nauseabundo
y acabar con él en ese ring de boxeo.

Enero de 2012