1 de noviembre de 2011

Día de difuntos

Día de difuntos

Dicen en las noticias que ya somos siete mil millones de personas.
¿Cabrán en la tierra todos nuestros muertos?
No todos los cementerios son iguales,
algunos albergan aires festivos.
Siempre me gustó pasearme por los cementerios
hasta que me encontré a mí misma recibiendo el pésame en uno.
Nombres, nombres, nombres
tapizados en el cutis marmóreo.
Hoy he visto una colección de nombres latinos:
Marcus, Petrus, Antonius, Carolus...
Me pregunto por qué les pusieron esos nombres.
También nombres franceses:
Valérie, René, Agnes...
Y muchas Marías.
¿Adónde fueron a parar los nombres flamencos?
Las sepulturas belgas son pequeñas pero muy dignas.
Nunca entenderé la ostentación póstuma.
En los cementerios belgas reina el silencio y la lluvia.
Frases tiernas y corazones de flores posados en las sepulturas.

Por qué la muerte es tan difícil de entender si algunos dicen que forma parte de la vida.
Dijo el poeta: no temáis a la muerte porque cuando nosotros somos ella no es y cuando ella es
nosotros ya no somos.
Es peor la muerte para el que se queda.
La silla, la cama vacía. Las palabras no dichas, los abrazos no dados.

Me pregunto por qué todos los días de difuntos
Me da por escribir un poema.

Mi compañera se despidió de mí por correo electrónico,
supongo que son gajes de los tiempos que corren.
Todavía al recordarlo siento un escalofrío.
Qué admirable su resignación y entereza.

Ave Caesar morituri te salutant.