1 de marzo de 2013

El peregrino



Ya decía Plauto que los dioses suelen ser muy humanos…

El peregrino

Jubilarse, júbilo...
Cuando salió al balcón por última vez
las piernas le tiritaban
y casi le faltaba el aire de la emoción.
Era la recta final de su peregrinaje.
Después dio media vuelta
y el portón se cerró al mundo
para siempre.
Eran las ocho de la tarde.
Las ocho en todos los relojes.
Jubilarse, júbilo... iba pensando,
mientras la Guardia Suiza en formación
emprendía su retirada, inexorable.
Al compás de las alabardas suizas
el anciano comenzó a despojarse de sus lastres:
empezó por las babuchas escarlatas
y arrojó al suelo,
para otro,
la ínfula papal.
Jubilación, júbilo...se santiguó por última vez.
Al final de un pasillo que anunciaba sus aposentos
le aguardaba su mayordomo
que con una sonrisa le susurró al oído:
“por fin estamos solos”.

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