Todos están en alguna parte.
Los muertos
en la frialdad del mármol
o en la tierra con olor a crisantemo.
Todos.
Los muertos que recordamos y los que no;
los muertos que extrañamos y los que no;
Todos
están en un camposanto o en nuestra mente
y los honramos con flores o con el pensamiento
cualquier día.
Me gusta más “día de todos los muertos” y no “día de todos los santos”.
La mayoría de nuestros muertos nunca serán santos.
La muerte y la ausencia.
Hay ausencias más dolorosas que las del camposanto.
La nueva vida,
ajena,
reinvindicándose en el vientre materno.
Otra vez la quietud marmórea
de los nombres y fechas
como resucitados por la luz de una vela;
Las arañas colonizándolo todo
hasta mi descanso nocturno,
perturbándolo,
país de arañas y mosquitos
uno a otro se disputan la supervivencia
en este país lluvioso
que por el número de estos insectos
parece tropical.
Tus patadas me sustraen de esos pensamientos macabros.
De esta nueva vida
soy solo una mensajera.
Tan unida a ti
y tú, sin embargo,
tan independiente.
En todos los países hay cementerios
y en todas partes se enjendran nuevas vidas.
Gante, 2 de noviembre de 2010
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