28 de diciembre de 2013

El día después



Deberían prohibirlo.  El día después. La casa fría y las maletas deshechas.  Un antiguo demonio mío empieza a hacerse un hueco en el estómago y me paraliza.  ¿Por dónde empezar? ¿comida, colada o compra? Afuera está cayendo el diluvio universal.  El madrugón no ayuda en este viernes de luto en el que todo parece perdido.  Uno ya no sabe a qué mundo pertenece.  ¿Qué significan “allí” y “aquí”?  El día de después es una tierra de nadie para los que se van y para los que se quedan.  Me asomo al espejo y me fijo en el corte de pelo made in Spain.  Una a veces necesita volver al origen de todo.  La sensación cuando aterrizas allí es indescriptible.  El primer café café que te tomas, la barra de pan, la caña con torrenillo. El día que dura más de veinticuatro horas, el sol de invierno que calienta el alma, las visitas intempestivas, los planes inesperados, las amistades legendarias que caben en el hueco de una mano y que sobreviven a la distancia y al tiempo como piedras marmóreas.  La charla que antes alargábamos en un bar, ahora la estiramos en un paseo de camino al pediatra.  La Navidad es allí más Navidad. Volver a casa, a dejarte cuidar, aunque sea por una semana.  Olvidar que vivimos en otro país que cada día nos es un poco menos extraño, solas ante el peligro.  Dejarnos querer, cocinar, mimar, dejarnos ser hijas pequeñas a pesar de que nosotras mismas seamos ya madres.  Qué bien que allí algunas cosas no cambien, por ejemplo nuestro apego a las tradiciones más familiares y a la comida más nuestra, que no me quiten la tortilla de patata de mi madre al llegar de viaje, el jamón serrano recién partido.
Pero después de haber vuelto a allí  toca volver a aquí y así nos pasamos la vida las que hemos elegido vivir entre dos mundos, entre dos yos, en la paradoja de nunca saber cuál es el aquí y el allí realmente en este juego maravilloso y macabro que nos permite o nos condena a esta dualidad, a esta mañana de luto, a este viernes de dolores con sabor a turrón de chocolate Suchard.

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