La
cartera rosa está preparada. Las cajitas
donde meterás la fruta, las galletas y los sandwiches listas. Ya tenemos la “agenda” verde que debes llevar
y traer cada día. Tu primera toma de
contacto con la clase y la “seño” superadas con creces (te quedaste la última
jugando en la clase...). Estamos a punto
de vivir uno de esos acontecimientos grandes en la vida de un niño (y de sus
padres) que te encoge el corazón. Como
cuando vais a la guardería por primera vez. Lo que cuesta entregar tu pequeño bebé a un
extraño. Pero ahora es otra cosa, ya dejas de ser tan
pequeña porque en tres días vas a ir a la escuela y este es un hecho que
marcará tu vida para siempre. El impacto
de la escuela es enorme, por un lado porque se prolonga en el tiempo (aquí
hasta los dieciocho años), porque ocupa la mayor parte de las rutinas diarias
de un niño y porque una gran cantidad de las cosas que sabemos las hemos
aprendido allí (o estando allí...).
Cuando
esta mañana te he llevado a la guarde por última vez, he sentido ganas de
llorar por el periodo que acaba y a la vez siento mucha emoción por la nueva
etapa que comienza. Me siento orgullosa
de verte tan mayor y comprobar (como el jueves al visitar tu cole) que te
desenvuelves tan bien en un entorno nuevo y que, como dicen en la guarde, te
adaptas a todo sin problemas. Creo que a
veces te subestimo o te sobreprotejo pensando que eres muy sensible y
vulnerable. En castellano no hay una
palabra para ello, pero en neerlandés existe “peuter” y “kleuter”, pues tú
dejas ya de ser lo primero para ser lo segundo, que podríamos traducir al
español como “párvulo” (de ahí que antes a las escuelas infantiles se les
llamara de párvulos, palabra ahora un tanto en deshuso).
La
escuela no es como la guarde...en la escuela te educarán y en la guarde te “guardaban”,
es decir, te daban también mucho amor y atenciones como si fueran parte de tu
familia. En la escuela existe otra
relación con la señorita, más distante, pero aprenderás muchos valores
importantes de la vida como la solidaridad y el respeto.
La
escuela es para muchos niños un oasis en medio del desierto. Niños que viven miseria en su entorno, maltratos,
soledad u otros problemas...encuentran en la escuela la estabilidad, la rutina
y el orden que les falta en su vida diaria.
Y quizá a veces encuentran hasta el cariño que se les niega. Hay niños que querrían no tener que volver a
sus casas por la tarde, que preguntan a sus maestros si no pueden quedarse a
vivir en la escuela. Ojalá Amélie tú
nunca tengas que sentir eso y tienes que dar gracias a la vida por ser una niña
afortunada y tener unos padres que te quieren y te cuidan y un hogar cálido y
seguro al que poder (¡y querer!)volver cada tarde. Por eso digo que la escuela, en mayor o menor
medida marca mucho. A algunos como a mí
nos marcó tanto, que nos hicimos profesores...
Este
año la vuelta al cole es diferente. Este
año vuelvo al cole desde otro ángulo, no como profe pero como mamá. Espero estar a la altura, ser una madre
colaboradora y respetuosa con el trabajo de los maestros. Estoy deseando llevarte e ir a recibirte cuando
sales corriendo a la reja. Escuchar todo
lo que has aprendido ese día...
De
ti, mi amor no tengo duda, sé que lo harás fenomenal.
Como
dicen aquí a los niños para apaciguar su impaciencia “nog drie nachten slapen,
en het is zover...” (dormir tres noches y llega el día...)
Dulces
sueños mi niña, te quiere,
mamá
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