Para
Ange.
Besos. Son los maestros de ceremonia de los
reencuentros. Los que abren y cierran el
telón. Musuak. Una palabra que aprendí de ti y de una
canción de Mikel Urdangarín que me tradujiste para una clase. Recuerdo la charla que diste en aquella clase
enmoquetada de Brujas, un viernes de octubre también. Tus voz siempre contundente y clara. El euskera también me suena así de rotundo,
como tu voz. Corrígeme si me equivoco en
pensar que tienes una dualidad como la mía.
Un columpiarse entre la seguridad de las palabras y la fragilidad de las
emociones. Cuando hablo contigo, me
recuerdas mucho a mí. A veces te recuerdo
en fotos de Audrey Hepburn, aunque tú más canalla. El
cedé que te pedí y que de milagro encontraste ya me acompaña en mis
ensoñaciones. La libreta nacarada con figuras felinas, espera
impaciente que me lance a escribir los primeros renglones de algo
importante. El hijo del acordeonista presume de tus viajes en sus páginas
arqueadas y descoloridas, y también pide la vez... ¿deberíamos enterrar
nosotros también algunas palabras como hace el personaje de Bernardo Atxaga? No sabría cuál enterrar.
Javier
Muguruza canta y su acordeón le acompaña: “Y si llueve/me subiré
por los paraguas del paisaje/luz arriba entre las nubes negras de la calle/ y
si el tiempo es esplendorosamente malo, correré feliz y transparente a tu lado,/
correré feliz y transparente a tu lado./Y si llueve, /me derramaré sobre el
pozo de tu mirada,/tocar el fondo será una cuestión probada./ .../ Y si llueve,
/nuestras vidas, reunidas las dos, /serán los ríos que van a dar al amor./” Sus melódicos y serpenteantes fonemas me
fascinan y menos mal que el libreto adjunta las traducciones. Qué lengua más intrigante, el euskera.
Besos.
Los nudos físicos del amor. Abren el telón pero no lo cierran. Qué felicidad el hecho de saber que existe un
compañero para ti, un alma gemela. Te
regalo esta cita que encontré en un libro para que la anotes, si te gusta, en uno de tus
cuadernos: “No camines delante de mí porque no podría seguirte. No camines detrás de mí porque podría
perderte. No camines debajo de mí porque
podría pisarte. No camines encima de mí
porque podría sentir que me pesas. Camina
a mi lado, porque somos iguales.”
Que
sigas siendo tan feliz o más. Que te
acuerdes de mí cuando te pintes las uñas de los pies. Y no hará falta que hagamos por recordarnos
porque siempre nos recordaremos. Tengo una
imagen tuya en la cabeza, una figura esbelta y oscura en la lluvia, se apoya
sobre un paraguas multicolor y el paraguas siempre es distinto en mi recuerdo.
Gracias
por asomarte un ratito al umbral de mi rutina.
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