17 de octubre de 2012

Musuak



Para Ange.

Besos.  Son los maestros de ceremonia de los reencuentros.  Los que abren y cierran el telón.  Musuak.  Una palabra que aprendí de ti y de una canción de Mikel Urdangarín que me tradujiste para una clase.  Recuerdo la charla que diste en aquella clase enmoquetada de Brujas, un viernes de octubre también.  Tus voz siempre contundente y clara.  El euskera también me suena así de rotundo, como tu voz.  Corrígeme si me equivoco en pensar que tienes una dualidad como la mía.  Un columpiarse entre la seguridad de las palabras y la fragilidad de las emociones.  Cuando hablo contigo, me recuerdas mucho a mí.  A veces te recuerdo en fotos de Audrey Hepburn, aunque tú más canalla.   El cedé que te pedí y que de milagro encontraste ya me acompaña en mis ensoñaciones.   La libreta nacarada con figuras felinas, espera impaciente que me lance a escribir los primeros renglones de algo importante.  El hijo del acordeonista presume de tus viajes en sus páginas arqueadas y descoloridas, y también pide la vez... ¿deberíamos enterrar nosotros también algunas palabras como hace el personaje de Bernardo Atxaga?  No sabría cuál enterrar.
Javier Muguruza canta y su acordeón le acompaña: “Y si llueve/me subiré por los paraguas del paisaje/luz arriba entre las nubes negras de la calle/ y si el tiempo es esplendorosamente malo, correré feliz y transparente a tu lado,/ correré feliz y transparente a tu lado./Y si llueve, /me derramaré sobre el pozo de tu mirada,/tocar el fondo será una cuestión probada./ .../ Y si llueve, /nuestras vidas, reunidas las dos, /serán los ríos que van a dar al amor./”  Sus melódicos y serpenteantes fonemas me fascinan y menos mal que el libreto adjunta las traducciones.  Qué lengua más intrigante, el euskera.

Besos. Los nudos físicos del amor. Abren el telón pero no lo cierran.  Qué felicidad el hecho de saber que existe un compañero para ti, un alma gemela.  Te regalo esta cita que encontré en un libro para que la anotes, si te gusta,  en uno de tus cuadernos:  “No camines delante de mí porque no podría seguirte.  No camines detrás de mí porque podría perderte.  No camines debajo de mí porque podría pisarte.  No camines encima de mí porque podría sentir que me pesas.  Camina a mi lado, porque somos iguales.”

Que sigas siendo tan feliz o más.  Que te acuerdes de mí cuando te pintes las uñas de los pies.  Y no hará falta que hagamos por recordarnos porque siempre nos recordaremos.  Tengo una imagen tuya en la cabeza, una figura esbelta y oscura en la lluvia, se apoya sobre un paraguas multicolor y el paraguas siempre es distinto en mi recuerdo.

Gracias por asomarte un ratito al umbral de mi rutina.

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