26 de octubre de 2012

El último correo



Para Karin, in memoriam

¿Puede uno despedirse para siempre de otros por correo electrónico?   Hasta el año pasado yo habría contestado que no, que eso no podía ser, que era algo inhumano.  Hasta que el 14 de febrero de 2011 recibí un correo de despedida.  Una compañera de trabajo, tras años de lucha contra el cáncer, se estaba muriendo.  En su correo, primero me felicitó por el nacimiento de mi hija, disculpándose por tan tardía felicitación.  Lamentaba no poder llegar a conocerla.  Ahí ya se me heló el alma.  ¿Será verdad eso de que cuando a uno le llega la hora quiere dejar todo atado y bien atado? ¿que uno saca fuerzas para dejar hecho lo que queda por hacer? Supongo que es algo a lo que uno no puede responderse hasta que llega ese momento.  Me deseó suerte en la vida y en lo profesional y afirmaba sentirse conforme y preparada para su final.  Lloré mucho al leer ese correo y eso que no éramos muy íntimas.  Realmente compartimos poco tiempo como compañeras a causa de su enfermedad.  Pero ella sí era íntima de otra compañera y amiga mía más cercana y ya se sabe: tus amigos son mis amigos.  Nos predisponemos a querer a aquellos  a los que nuestros allegados quieren.  Aún recuerdo el día en que fui a hacer la entrevista y a dar mi clase de prueba.  Ella me recibió con su pañuelo en la cabeza pero sonriendo.  Durante la clase de prueba, se sentó junto a la directora para evaluarme.  Me tranquilizó el hecho de tenerla como público amable, de ese que asiente.  Y eso que nos acabábamos de conocer. Después intercambio de materiales, Mira si yo te querré, Amparanoia... entre curso y curso recaídas y periodos ausentes.  Así empecé yo a trabajar más, a ocupar sus horas.  Ley de una vida a veces cruel.  Empecé a saber más cosas de su vida comprometida con los demás, como por ejemplo los años que pasó como periodista en el conflicto de El Salvador donde perdió a su primer marido, médico voluntario.  Pensé muchas veces en ir a despedirme de ella en persona, pero no pude reunir el valor. 
Ayer me estaban esperando dos cajas en la sala de profesores: era todo su material de español.  Su marido lo había dejado en la escuela para que cogiéramos lo que quisiéramos.  Me dio reparo abrir la primera caja: manuales, libros de lectura, fotocopias, cedés, revistas Vocable antiguas... Sobrecoge el tener acceso a algo así.  Entre otra compañera y yo seleccionamos rápido lo que podría servir para la biblio de la escuela y algunas cosas nos las llevamos nosotras.  Si es verdad que el alma vive en las cosas, quedará así un poco de ella en el armario y en la sala donde los profesores van y vienen siempre apresurados.
Descansa en paz compañera, y como quisiste que rezara tu epitafio cito: ¡hasta la victoria, siempre!

17 de octubre de 2012

Musuak



Para Ange.

Besos.  Son los maestros de ceremonia de los reencuentros.  Los que abren y cierran el telón.  Musuak.  Una palabra que aprendí de ti y de una canción de Mikel Urdangarín que me tradujiste para una clase.  Recuerdo la charla que diste en aquella clase enmoquetada de Brujas, un viernes de octubre también.  Tus voz siempre contundente y clara.  El euskera también me suena así de rotundo, como tu voz.  Corrígeme si me equivoco en pensar que tienes una dualidad como la mía.  Un columpiarse entre la seguridad de las palabras y la fragilidad de las emociones.  Cuando hablo contigo, me recuerdas mucho a mí.  A veces te recuerdo en fotos de Audrey Hepburn, aunque tú más canalla.   El cedé que te pedí y que de milagro encontraste ya me acompaña en mis ensoñaciones.   La libreta nacarada con figuras felinas, espera impaciente que me lance a escribir los primeros renglones de algo importante.  El hijo del acordeonista presume de tus viajes en sus páginas arqueadas y descoloridas, y también pide la vez... ¿deberíamos enterrar nosotros también algunas palabras como hace el personaje de Bernardo Atxaga?  No sabría cuál enterrar.
Javier Muguruza canta y su acordeón le acompaña: “Y si llueve/me subiré por los paraguas del paisaje/luz arriba entre las nubes negras de la calle/ y si el tiempo es esplendorosamente malo, correré feliz y transparente a tu lado,/ correré feliz y transparente a tu lado./Y si llueve, /me derramaré sobre el pozo de tu mirada,/tocar el fondo será una cuestión probada./ .../ Y si llueve, /nuestras vidas, reunidas las dos, /serán los ríos que van a dar al amor./”  Sus melódicos y serpenteantes fonemas me fascinan y menos mal que el libreto adjunta las traducciones.  Qué lengua más intrigante, el euskera.

Besos. Los nudos físicos del amor. Abren el telón pero no lo cierran.  Qué felicidad el hecho de saber que existe un compañero para ti, un alma gemela.  Te regalo esta cita que encontré en un libro para que la anotes, si te gusta,  en uno de tus cuadernos:  “No camines delante de mí porque no podría seguirte.  No camines detrás de mí porque podría perderte.  No camines debajo de mí porque podría pisarte.  No camines encima de mí porque podría sentir que me pesas.  Camina a mi lado, porque somos iguales.”

Que sigas siendo tan feliz o más.  Que te acuerdes de mí cuando te pintes las uñas de los pies.  Y no hará falta que hagamos por recordarnos porque siempre nos recordaremos.  Tengo una imagen tuya en la cabeza, una figura esbelta y oscura en la lluvia, se apoya sobre un paraguas multicolor y el paraguas siempre es distinto en mi recuerdo.

Gracias por asomarte un ratito al umbral de mi rutina.

9 de octubre de 2012

Colores



Voy a votar por primera vez en Bélgica. En las elecciones provinciales y municipales que aquí en Flandes toman un cariz casi nacional.  Así quedó demostrado en el gran debate entre los secretarios generales de todos los partidos flamencos el domingo por la noche.  Debatieron los temas nacionales.  Me congratula ver que la mayoría de ellos es gente joven, entre los treinta y los cuarenta años.  Eso dice mucho de un país, creo yo, que apuesta por su juventud formada y capaz.  Otro dato curioso de la generación política flamenca es que muchos de ellos son los hijos de la anterior generación de políticos.  ¿De tal palo tal astilla? ¿monarquía política? ¿la nueva nobleza? Me quedo con lo bueno, el hecho de que sean jóvenes aunque para mi pesar, en esa mesa de debate no había más que caballeros.
El domingo por la mañana habíamos vuelto a ver a los candidatos a alcalde de Gante en el mercado de las flores.  Es una tradición nuestra interrumpida a veces por el mal tiempo.  Nuestro paseíto al mercado de flores del domingo con parada obligada en la caravana del café.  Se trata de una especie de bar ambulante improvisado que durante la semana te encuentras en la explanada del Zuid y que los fines de semana se planta en  los mercados.  En un minúsculo habitáculo dos señoritas de lo más vintage te sirven cafés italianos y bollitos.  Al lado hay unas mesas de pie que la gente suele compartir para tomarse ese pequeño placer dominguero.  Y siempre hay cola.  Al otro lado del mercado hay otro puesto, este más chic, en el que los pijillos toman champán y ostras.  Al pasar por allí nos dieron un panfleto de una candidata liberal.  Hasta ahora Gante había sido pionera en tener una coalición de socialistas y liberales gobernando el ayuntamiento, la coalición morada, la llamaban.  Honestamente hay que decir que había funcionado muy bien y que era un sistema muy democrático porque representa las dos grandes mayorías locales.  Sin embargo, otro gallo nos canta ahora porque los rojos han tirado los tejos a los verdes y han dado calabazas a los azules. Snif.  Tengo que reconocer que me rindo ante los encantos del candidato liberal: guapo, treintañero... a pesar de la distancia ideológica, si lo veo, me alegro la vista.  Por otro lado, veo lógico que rojos y verdes vayan de la mano, tiene más sentido político.  Pero me da penita lo del morado.  Era un poco un reflejo de nuestro parlamento casero.  Aquí también tenemos una coalición morada.  A veces las tonalidades se difuminan o se separan y luchan para ser más rojo tirando a verde, ejemplo: comprar productos biológicos, criticar el capitalismo y a los causantes de la crisis;  y otras veces estira estira hacia el azulón: ahorrar, competitividad y competencia y sobre todo que cada palo aguante su vela; pero en definitiva, nuestra casa es el reflejo de la salud democrática: el compromiso, el acuerdo a pesar o gracias a la diferencia de pensamiento y a la libertad de expresión.  No dice lo mismo un estudio de la Universidad de Lovaina en el que se explica que la mayoría de las parejas que viven juntas votan a los mismos candidatos.  Así que somos una sana excepción.  Al menos eso creo, porque el voto es secreto e igual hay sorpresas. Sea lo que sea: vivan los colores.

4 de octubre de 2012

Dos palabras



“Lo que siempre quisieras oír” era el título de la última columna de Manuel Vicent que había recortado y guardado en la carpeta de las clases.  Según Woody Allen,  sólo hay dos palabras que superan en felicidad al “te quiero”.  Esas dos otras palabras permanecían encerradas en el párrafo del recorte de periódico y pertenecían al universo de la literatura.  Hasta que el pasado lunes él decidió ir al médico a mirarse el bulto que tenía desde hacía unos meses en la nuca.  Un ganglio inflamado.  El médico de cabecera palpó con sus manos los dos lados del cuello mientras él se estaba muy quieto.  Se retiró serio y silencioso y él sintió un latigazo en el estómago.  Cuando un médico te dice que puede ser lo que nunca querrías que fuera, ves pasar delante de tus ojos tu vida entera. Lo que no has hecho y te queda por hacer.  Sus pies le llevaron mecánicamente al coche y lo condujo hasta casa en piloto automático.  Aún faltaban pruebas y podría no ser nada pero y si es lo otro, lo que, de puro pánico,  no nos atrevemos ni a nombrar en voz alta.  Parecía una película de terror.  Al abrir la puerta de casa oyó las melodías infantiles y se desmoronó en los brazos de su mujer como un niño indefenso.  ¿Y si es lo que no queremos que sea? Los dos días siguientes intentaron abstraerse de ese pensamiento terrorífico en rutinas diarias.  Pero al pararse en un atasco, volvió a pensar en mil y una cosas: los momentos desperdiciados, las frases no dichas, las discusiones inútiles, el valor del tiempo y de la vida.  Nos pasamos la vida quejándonos de ella y cuando ésta se ve amenazada entonces no nos cabe duda de qué es lo importante, qué es lo que haríamos si no hubiera un mañana, con quién pasaríamos el tiempo, tiempo que antes mendigábamos.   Ella llorará por primera vez a solas y casi en silencio para que él no se percate.  Ella por primera vez no le sacará el tema. Todo irá bien, sea lo que sea.  Lo afrontaremos juntos, lucharemos manteniendo el optimismo hasta el final. Por nosotros y por nuestra pequeña.  Ella no se atreve a ponerse a pensar que pasaría con su vida si es lo que no quieren que sea. 
Y entonces, después de dos noches y dos días con la espada de Damocles sobre la cabeza, una llamada telefónica nos hace el mejor regalo de nuestra vida: dos palabras.  Es benigno.