Sintonicen
el canal adecuado a partir de las nueve de la mañana. Cada invitada llegará a su ritmo. Una habrá
pasado antes por la guarde. La otra
habrá pasado una odisea por gentileza del transporte público. La anfitriona lleva despierta desde las seis
y media y después de dar el bibe, vestir a la nena y a ella misma, ha hecho un
zumo de naranja para las contertulias.
Antes de que el marido se vaya al trabajo, la anfitriona le ofrecerá un
vaso de poderosa vitamina C. La mesa
puesta, el café humeando, los bollos comprados, el pan reciente. Ellas traeran sus historias, sus consejos, su
energía y ganas de vivir. La niña juega
con sus cocinitas y viene de vez en cuando en busca de mimos, ajena a la intensa
tertulia que está a punto de empezar. En esta mesa de debate no se practica la
censura. Abrimos la sesión con las
proezas y avances de nuestros hijos y otras experiencias maternales que
comprendemos y compartimos. A
continuación un repaso a la actualidad española no exento de una indignación que
últimamente viene de serie. Preocupaciones
y avatares más íntimos. Qué difícil es a
veces pasar de la teoría a la práctica.
Una de las contertulias se ha propuesto llevarnos de la mano por la
senda de la reflexión y nos ilumina con sus sensatos consejos. A veces hace falta pararse a pensar y a
escuchar. Nuestras luchas y sueños. Buscar en la psicología lo que uno no alcanza
a explicar con el sentido común. El
cuento chino de la igualdad y de la conciliación. Historias de chachas y
señoritos. La gestión del tiempo
libre. Cómo construir puentes en ríos
desbordados, cómo crear y mantener acuerdos tácitos cuando se interponen la jornada laboral, la guardería, la compra y
otras rutinas feroces. ¿Alguien quiere
más café?. Una vez oí que las mujeres no
pueden ser amigas entre ellas, que están condenadas a competir y ponerse
zancadillas. No estoy de acuerdo. El mundo está lleno de misóginos. Hablar con otra mujer puede salvarnos de
nosotras mismas. Una mujer no es un ser
perfecto pero es capaz de escuchar casi cualquier cosa y no escandalizarse, no tomarte por histérica o loca. Una mujer entiende
la necesidad vital del desahogo, entiende lo que es perder los nervios y gritar
y querer “hablar de lo nuestro”. Las mujeres necesitamos a otras mujeres.
Pausa para otro café y damos paso a la literatura: bilingüismo, english
literature, bestsellers, literatura nórdica, poesía... fantástico ateneo
improvisado. Aún nos dejaremos cosas en
el tintero pero no importa. El reloj de la cocina nos llama al orden. Y volverá cada una a su vida y a su lucha y
a sus hombres y a sus casas llenas de niños y de sueños.
Y los libros que se llevan debajo del brazo, harán que esos sueños no se mueran de frío en
el otoño que se nos avecina.
sensacional y enganchada como siempre a tus relatos...
ResponderEliminarMay
Qué gran verdad. Hablar con otra mujer puede salvarnos de nosotras mismas. Esta me la guardo en la cabeza, y la apunto en uno de mis cuadernos☺
ResponderEliminarQué bálsamo, qué esahogo, qué bien lo he pasado.
Qué bien lo cuentas.
Tras el café-descanso, ahora, a la vida, y a la lucha, y al trabajo, y a nuestros hijos y a nuestros hombres.