El mejor verano de su vida
Se ha dicho a
sí misma que nadie le va a estropear este verano. Ni el nefasto horario que le han dado en la
escuela. Ni las caras largas de sus
padres. Ni la cuenta en números
rojos. Ni el michelín que amenaza con
cargarse la operación bikini. Ni los sermones de su hermana mayor. Ni todos los sueños chafados que precedieron a
éste. Porque se ha enamorado. Sí, de nuevo.
Y encima es de allá. Que sí, que
se enamora muy deprisa. Que sí, que
enseguida se hace ilusiones. Que sí, que
lo da todo a la primera de cambio. Todo lo que tú quieras. Pero a
partir de este verano todo va a cambiar.
Nadie lo sabe y no sabe si quiere que alguien lo sepa. Se ha hecho a la
idea ella sola y la decisión está tomada.
Ni siquiera él lo sabe y aún no está segura de si quiere que lo
sepa. Al menos no de momento. Porque acaba de cumplir los treinta y
nueve y no piensa esperar ni un verano
más. Que sí, que quizá se equivoque. Pero tiene muy claro que ha llegado el
momento de ser madre. Él pasará con ella los tres meses del verano con un
visado. Y van a pasárselo muy bien, ya
lo creo que lo harán. Y cómo suele
decirse, después que les quiten lo bailao.
Que sí, que su vida hasta ahora ha sido lo que a ella le gusta llamar un
caos ordenado. Que sí, que tiene muy oído lo difícil que es criar a
un hijo sola. Que sí, que los riesgos de la edad. Que sí, que una vez que lo
haga ya no habrá marcha atrás. Por eso,
porque se ha dicho a sí misma que nadie le va a estropear este verano, cuando
lo ve aparecer en la terminal de llegadas lo abraza tan fuerte que casi lo lastima. Y empieza la cuenta atrás.
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