7 de abril de 2013

El buen egoísta



Domingo, solecito, paseo y periódico en versión papel después de haberme metido dos cruasanes y un café entre pecho y espalda.  ¿Se puede pedir más? Sí, un buen artículo de psicología de esos que nos hacen reflexionar a fondo.  El País Semanal nos regala cada semana una perlita para que le demos al coco.  Hoy viene un artículo de Borja Vilaseca sobre el egoísmo.  ¿A quién no le han tildado de egoísta alguna vez? ¿O a quién no hemos acusado de lo mismo en alguna ocasión?  Es curioso, porque como empieza a contar el artículo cada vez que llamamos o nos llaman egoístas es porque no satisfacemos (o satisfacen) las necesidades o expectativas de otros ( o las nuestras), es decir, es algo así como resumirlo diciendo que el que no es egoísta es porque otro lo es y se aprovecha de él.  Pero no es tan simple.  El egoísmo tiene, según este autor, tres caras, habría pues tres tipos de egoísmo.  Primero, el egoísmo egocéntrico, el peor de todos, cuya única finalidad reside en saciar el interés propio.  Cuando uno experimenta este tipo de egoísmo quiere que el mundo gire alrededor de su ombligo y como es algo difícil de conseguir, genera mucha frustación y sufrimiento en el que lo padece.  El ego acapara todo el espacio e impide ver o comprender las necesidades de los otros.  Te sientes la víctima, reaccionando con quejas y buscando culpables de tu insatisfacción.  Añade el autor algo que me parece brillante, “irónicamente, cuanto más egocéntrica es nuestra visión del mundo, más tachamos de egoístas a los demás”, muy bueno.  Supongo que todos en algún momento podemos llegar a padecer este primer egoísmo, por malo malísimo que sea.  Puede depender de muchos factores emocionales o de alguna enfermedad.  Lo malo es si se convierte en un estado patológico, lo que suele conducir a la persona en cuestión al aislamiento total.  Pero prosigamos, que ya os tengo enganchados seguro.  Segunda cara del egoísmo: el egoísmo consciente.  El autor lo denomina algo así como “el egoísmo necesario”, aquel que se encarga de que llevemos una vida digna y saludable preocupándonos de lo que necesitamos (supongo que física y emocionalmente).  Es el egoísmo del “piensa más en ti”.  Es el egoísmo que deberíamos practicar para aprender a decir no (sobre este tema hay otro artículo super interesante...) a los demás.  El egoísmo consciente refuerza nuestra autoestima y confianza y fortalece las relaciones que establecemos con otros.  Este egoísmo sería el puente que nos llevaría del egoísmo malo malísimo al tercer egoísmo: el egoísmo altruista.  La combinación de estas dos palabras parece contradictoria porque si practicas el altruismo, ¿cómo puedes ser egoísta?  Digamos que a través del altruismo uno satisface su ego ayudando a otros.  Hacemos algo que nos gusta (y es bueno) y que reporta un bien a otra persona.  Hay por tanto tres caras en el egoísmo y no todas tienen porque demonizarse.  Podemos aprender a reconocer el egoísmo más negativo (mediante la reflexión, la meditación,¡ mediante el mismo altruismo!) y transformarlo en un sentimiento que nos aporte más felicidad y menos frustraciones, porque no hay mayor infeliz que el mal egoísta.
Observación: No suelo escribir entradas en mi blog el domingo, suelo reservar este día para mi familia o tareas domésticas diversas, supongo que el hecho de haberme tomado “la mañana libre” (paseo, solecito, periódico y reflexión) ha sido un acto de egoísmo consciente J.  Feliz domingo a tod@s.

1 comentario:

  1. ¿Te importa guardar el suplemento de esta semana para compartirlo conmigo cuando lo hayas terminado? Y, si tienes por casualidad guardados los de semanas pasadas, pues también los aceptaría encantada.
    ¡Compartir es vivir, je,je!

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