7 de julio de 2014

Despedida



Recuerda un momento feliz y guárdalo para siempre en tu corazón.
Todo.  Lo bueno, lo malo, lo regular...todos los recuerdos se agolpan en su mente.  Los sentimientos más antagónicos: el amor, el odio, el enfado, la tristeza, la compasión...la soledad.  Anhelaba poder tener una suspensión transitoria de la conciencia, ésa de la que habla el doctor Da Barca de Manuel Rivas.  O apretar el botón de pausa.  O congelar sus vidas en un instante feliz.  Por ejemplo, en un pueblecito costero italiano, en una tarde de verano.  Pasean juntos, Lola va por delante montada en una bicicleta rosa.  Hablan cordialmente, de nimiedades.   El paseo también va poblado de silencios, de esos agradables en los que uno no siente la irrefrenable necesidad de decir algo.  Comen en un pequeño restaurante frente al mar.  Entonces él le dice que tiene que partir a un largo viaje.  Se levanta de la silla con una sonrisa.  La besa brevemente en los labios.  Besa a la niña en la frente y le acaricia el pelo.  Se va quitando la ropa mientras se aleja y cuando se desprende de su último despojo, una ola le acaricia ya los pies en la orilla.  Se echa a nadar y se convierte en pez.  Desaparece aleteando por las cálidas aguas del Mediterráneo mientras el sol cae sobre el horizonte.  Entonces ella se despierta en su casa, Lola sigue durmiendo en el sofá.  Todo sigue igual, nada ha cambiado, o quizá sí.  Se alegra de que los sueños existan.
Recuerda un momento feliz y guárdalo para siempre en tu corazón.



3 de julio de 2014, para Creu y Lola,  y para Oswald in memoriam
 

4 de julio de 2014

Trenes



Antes iba siempre a trabajar en tren y es que antes tenía más tiempo.  Lo que más me gusta de las estaciones de tren es el ambiente variopinto, la heterogeneidad de la gente.  Me gusta viajar en tren porque puedo hacer un montón de cosas en ellos cuando no están abarrotados.  Mirar, leer, dormir, volver a mirar, escribir, leer, pensar muchísimo, inspirarme, recordar, escuchar música o a la gente que va hablando al lado, observar el paisaje, escribir como estoy haciendo ahora y sobre todo, dejarme llevar...
Me gusta sacar el billete en las maquinitas. Me gusta comprar el periódico en un quiosco y pedir un café para llevar.  No me gustan los revisores cara vinagre.  Me gusta tener tiempo para observar mucho en una estación de tren y en el tren mismo.  El escritor es esencialmente un voyeur (y no necesariamente un voyageur).    No me gusta la gente que sube después de haber apurado la última calada.  El olor a tabaco en el tren me marea.  Me gusta encontrarme de pronto con la mirada de un extraño.  Me gusta que los trenes lleven y traigan. Un sucio tren llevó a Sabina de su Úbeda natal hacia el norte, como dice en la canción.  En el tren me leí libros inolvidables como el Corazón helado de Almudena Grandes.  La despedida en una estación de tren es la más intensa y romántica despedida que existe.  El corazón parece salirse del pecho a golpe de silbato, luego un pitido y esa sensación de que las puertas se cerrarán para siempre. Hoy el silbato me ha arrancado una sonrisa porque hoy no tengo que despedirme de nadie.  Hoy ese pitido me hace sentirme feliz y libre.
Tren, tiempo, mirar, escribir, dejarme llevar...