14 de marzo de 2013

La bofetada diaria



Hoy me he desayunado la noticia de que en una oposición a maestros en Madrid el 86% de los aspirantes  ha suspendido la prueba de primaria.  El subtítulo continúa así:  Los opositores a una plaza en Madrid no pasan el test con preguntas que debe responder un alumno de 12 años. Solo el 2% sabía las provincias por las que pasan el Duero y el Ebro.  Al leer este artículo una se indigna y piensa “pero qué clase de maestros son aquellos que no saben los contenidos básicos requeridos a los alumnos a los que van a dar clase”, o aún peor “qué tipo de bagaje cultural o intelectual pretenden inculcarles estas personas” o “cómo no se les cae la cara de vergüenza”.  La vergüenza es un sentimiento que ya no se lleva.  Porque incultos e ineptos los ha habido en todos los tiempos, pero al menos antes, cuando uno no sabía algo que se suponía que debía saber (lo cual puede ser comprensible y humano), al menos, se avergonzaba.  Pero es que ahora, no sólo no se avergüenzan, si no que se jactan, se chulean de no saberlo, echan mano de las excusas más ridículas para ser capaces de justificar lo injustificable.  Y no me refiero sólamente a los maestros.  El escritor Javier Marías hace referencia a este tema innúmeras veces es sus columnas dominicales.  También habla de cómo se ha desvirtuado el lenguaje, siendo cada vez más simplista.  Estamos desarrollando una manera de expresarnos que ya no entiende de registro, que no se adapta al contexto ni a nuestro receptor, que no hace distinciones entre el lenguaje escrito y el oral. En el peor de los casos: artículos de prensa o letreros televisivos donde hay faltas de ortografía.  Para los profesores de lengua y amantes de la lengua en general: una bofetada diaria.  Bajo mi punto de vista se equivocan los que achacan esta tendencia a la disminución de la calidad de la educación o al uso de las nuevas tecnologías y medios de comunicación: yo sigo sabiendo dónde poner una tilde aunque utilice abreviaturas al escribir un mensaje de texto y no es lo mismo escribir en el facebook que escribir un artículo de opinión como éste.  Y créanme, no hace falta haber ido a la universidad ni ser un pedante, para comunicarse de manera correcta y no cometer faltas de ortografía, pues hay muchas personas cultas, amantes de la lectura que cultivan la lengua de Cervantes  y dan mil vueltas a todos estos maestros aspirantes (y a muchos periodistas).  Creo que es un error general pensar que uno va a la universidad y con el diploma de licenciado recibe la mochila de la sabiduría.  El saber puede empezar a cultivarse en cualquier momento  y es una senda preciosa ¡que no acaba nunca!  Es decir que aquél al que no le interesa lo que pasa a su alrededor, la cultura de su ciudad, de su país, que desprecia la memoria, que no lee un libro ni un periódico, puede sacarse la carrera que quiera, que seguirá siendo toda su vida un inculto.  Porque señores ya estamos hablando de incultura, ¿o es que hay estudiar una carrera para saber por dónde pasa el Duero? ¿o la diferencia entre haber y a ver?  Me temo que aquí sucede algo mucho más grave y es que estas personas que decidieron hacer la carrera de maestro y demuestran esta ignorancia supina que nos avergüenza y que enturbia la labor de otros, simplemente se equivocaron de carrera.  Se metieron ahí por otras razones (porque no les llegaba la nota para otra cosa, porque no pedían selectividad, para ser funcionario...) pero no por vocación de ser maestros.  El maestro o profesor no sólo tiene que saber contestar a esas preguntas básicas de la oposición, tiene que saber mucho más que eso, y ese conocimiento no depende ni más ni menos que de uno mismo.  
Es evidente que nadie puede saberlo todo, pero es que hemos llegado a un punto en el que está socialmente aceptado el no saber nada y eso nos tendría que dar mucha, pero que mucha vergüenza. 

La caricia diaria (apostilla a este artículo)
Este artículo va dedicado a mi amiga Mayte, ejemplo de cómo sí es una maestra de verdad: humilde, culta, creativa, trabajadora, imaginativa, siempre en busca de nuevas ideas que estimulen su trabajo y el de los alumnos...
Si ya os ha picado lo suficiente la curiosidad, mirad entre las páginas del Heraldo de Soria, donde ya han aparecido publicadas varias de sus actividades en clase o daros un paseo por su maravilloso blog, que sin su permiso ;-), comparto aquí con vosotros http://blogenascuas.blogspot.be/ .  
Con perlas así una quisiera volver a ser niña a sentarse en el pupitre a soñar...con ser maestra.
Enhorabuena por tu trabajo, Mayte, lo apreciamos y lo admiramos.

1 de marzo de 2013

El peregrino



Ya decía Plauto que los dioses suelen ser muy humanos…

El peregrino

Jubilarse, júbilo...
Cuando salió al balcón por última vez
las piernas le tiritaban
y casi le faltaba el aire de la emoción.
Era la recta final de su peregrinaje.
Después dio media vuelta
y el portón se cerró al mundo
para siempre.
Eran las ocho de la tarde.
Las ocho en todos los relojes.
Jubilarse, júbilo... iba pensando,
mientras la Guardia Suiza en formación
emprendía su retirada, inexorable.
Al compás de las alabardas suizas
el anciano comenzó a despojarse de sus lastres:
empezó por las babuchas escarlatas
y arrojó al suelo,
para otro,
la ínfula papal.
Jubilación, júbilo...se santiguó por última vez.
Al final de un pasillo que anunciaba sus aposentos
le aguardaba su mayordomo
que con una sonrisa le susurró al oído:
“por fin estamos solos”.