15 de enero de 2013

profesores para el cambio



Una de las cosas más gratificantes de mi trabajo como profesora de español para adultos es mi función como difusora de la actualidad, de la cultura y de la historia española.  Más allá de los logros que mis alumnos consigan conjugando correctamente los verbos o aprendiendo expresiones coloquiales,  me enorgullece y me sorprenden a veces en los niveles superiores con los debates y conversaciones tan interesantes que mantenemos.  A menudo me enseñan también ellos a mí, es una dialéctica, una academia, al más puro estilo socratiano.  La actualidad les resulta interesante pero no para todos fácil de seguir, a veces se pierden en los devaneos de nuestros políticos cabreados y no les culpo por ese desconcierto.  En temas culturales la gastronomía sigue siendo el tema estrella, a los belgas les encanta cocinar y comer y en nuestras fiestecillas siempre se atreven preparando platos españoles, aunque con su toque particular.  El tema histórico sobre el que más hablamos todos los años, por dos razones, porque me interesa a mí y porque les suscita aún mucha curiosidad a ellos es, sin duda, la guerra civil y todo los relacionado con ello.  Este año les he animado a ver alguna serie y tengo a alguna enganchada (y encantada) con La Señora.  A través de esta serie magnífica han conocido un poco más la España de los años veinte, los conflictos mineros en Asturias, las diferentes clases sociales de la época y cómo todos los acontecimientos derivan en la proclamación de la Segunda República en 1931.  Me sigue fascinando el papel de la mujer en aquellos tiempos convulsos.  Las españolas fueron las primeras en conseguir el voto femenino.  Cuando veo al personaje de Encarna en sus mítines políticos se me pone la piel de gallina. Otros alumnos se estremecen leyendo este año La voz dormida, las historias de esas mujeres en la cárcel de Ventas, la valentía y la fuerza del personaje de Tensi, que aun embarazada se hizo miliciana, luchó con la guerrilla y fue capturada para más tarde ser fusilada en el penal después del nacimiento de su hijo.  Esas mujeres lucharon sin tregua por un futuro más libre y más igualitario y nosotras en muchos aspectos tenemos su testigo, debemos recordar la historia y transmitírsela a nuestros hijos para que lo malo, no se repita.  Cuando leo noticias sobre violaciones de mujeres en grupo, ablaciones en África y otras atrocidades contra nuestro género me pregunto si es que no hemos aprendido nada de la historia.  Todas esas ferocidades no debieran quedar impunes y eso es un trabajo de hombres y mujeres de nuestras sociedades del llamadas del primer mundo.  
Cualquiera de estos temas me sirven como pretexto para viajar en clase a mundos más complejos y acabamos hablando de amor, de psicología, de la educación universal, de los derechos humanos y de tantos y tantos temas en noches inolvidables.  Muchas veces voy conduciendo en el coche de vuelta a casa con una sonrisa en los labios: la educación traspasa los contenidos.  

Cuando estoy preparando los exámenes de los cursos superiores, pienso muy bien qué textos voy a elegir para la lectura y qué sobre qué temas tendrán que escribir.  Ayer me sentía orgullosa al ver a mis alumnos atareados leyendo el textos de Rosa Montero (Elogio del individualismo) y escribiendo sus comentarios críticos.  Como pude comprobar después algunas de esas redacciones son auténticas joyas literarias.  Leer los textos de algunos alumnos es un verdadero placer, una manera de conocerlos más a fondo y saber cuáles son sus inquietudes y pensamientos, sobre todo los de los más tímidos en clase.  

El papel de un profesor va mucho más a allá que el de mero transmisor de conocimientos.  Es un actor que olvida sus penas cuando se abre el telón cada tarde, es un moderador de ideas encontradas, debiéramos ser a veces todo oídos y aprender a leer las señales sutiles para tomar nota y mejorar nuestro trabajo.  Somos educadores de valores universales que empiezan en el respeto, en la tolerancia y en la solidaridad.  Es un trabajo precioso y doy gracias por poder dedicarme a él.

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