Llevan esperándome un año.
Los lugares, los olores, la gente.
A veces se me olvida que yo soy de allí
que aun les pertenezco.
Llevan meses esperándote.
La gente, los olores, los lugares.
Quiero enseñarte de dónde vengo y
lo que soy.
Quiero que ahora conozcas para que más tarde
reconozcas una parte de ti en ellos.
Llevo soñándolos un año.
Los olores, los lugares, la gente.
Los sabores, los sonidos.
Las risas de niños, las voces de mujeres,
el jaleo, el alboroto, las canciones.
Las tardes en el poyo de tu bisabuela,
tantas cosas que nos esperan a las dos:
paseos con tus abuelos y tíos,
cenas en los atardeceres anaranjados de la terraza de la abuela
aliñados con vinagre de golondrinas;
la piscina, el río, el parque,
los vaivenes de la calle Mayor.
Tú,
que aún viniendo de mí eres ya algo diferente.
Tú, hija mía,
que has nacido en otro país,
que hablarás otras lenguas
(y con un poco de suerte, la mía)
y pensarás de manera diferente.
Vas a España por primera vez.
Estamos juntas en este viaje a las raíces,
al principio de todo.
Es mucho más que verano,
son mucho más que vacaciones:
nos esperan los lugares,
Amélie,
el tiempo sin prisas,
los días sin horas,
las mañanas tardías,
las tardes noches de murciélagos,
de grillos y luciernagas.
Sol, sol, sol,
tormentas de verano,
la lumbre en la cochera
tostando un torrenillo
mientras hacemos hambre
con un traguito del porrón.
Es mucho más que verano,
son mucho más que vacaciones,
Amélie,
nos esperan muchas cosas,
pero sobre todo
nuestra gente.