18 de mayo de 2010

Los caminos de la memoria

Los caminos de la memoria son inexcrutables. Eso hace que un hijo de exiliados españoles en Bélgica se interese por la historia reciente del país de sus padres y elabore una maravilla de documental imprescindible que todos deberíamos ver. Yo lo he hecho hoy, un mes después de estrenarse en Bruselas. Todavía resuena en mis oídos el aplauso emocionado de los espectadores al final de la proyección. Nunca me había quedado a ver todos los créditos de una película, pero supongo que la ocasión lo merecía: además de poder leer los nombres de todos los colaboradores, era inevitable no quedarse a escuchar hasta el final la preciosa canción de Ismael Serrano "Al bando vencido".

Es un documental que aúna una cierta parte científica (las exhumaciones que se están llevando a cabo en las fosas comunes del franquismo), con un brillante hilo conductor poético (lectura de poemas de fondo, imágenes de teatro y de diversos escenarios relevantes para la memoria histórica )y por último la voz aplastadora de los testigos y de los que reclaman ese luto necesario aunque todavía censurado que hará paradógicamente que la apertura de las fosas cierre las heridas.

Qué razón lleva Jorge Semprún cuando sentencia que la memoria de España es una memoria terrible. Y ha habido ya demasiado silencio.

Termino con el poema de Marcos Ana (el hombre que estuvo más tiempo en la cárcel durante el franquismo) y que, según él mismo cuenta, sobrevivió gracias a las ideas, a la imaginación y a la fraternidad infinita de sus compañeros de infierno.

Decidme cómo es un árbol
Decidme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar, habladme
del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerraduras y sin llaves
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor: no lo recuerdo.
(Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?
O solo queda esta fosa
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?)
22 años. Ya olvido
la dimensión de las cosas
su color, su aroma...Escribo
a tientas "el mar", "el campo..."
Digo "bosque" y he perdido
la geometría del árbol.
Hablo por hablar de asuntos
que los años me borraron.
(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario.)

Una hora y media de emoción y carne de gallina.
No os lo perdáis si tenéis la ocasión de verlo en España.